Temblaba. Pero no de frío. Ante
ella se erguía imponente una figura colosal. Tan alto como el árbol más grande
que hubiera visto en vida. Enorme como una montaña. Y oscuro como la noche más
negra que sus jóvenes ojos habían admirado.
Ese ser, de pálido semblante y
serio e imperturbable era el Maligno. Esthera sabía lo que se iba a encontrar
al bajar a los infiernos. Lo que no sabía era que le daría tanto miedo.
̶ ¿Quién eres tú, sucia criatura?
Esthera se arrebujó en el velo de
Magalea, aquel precioso regalo que, le prometieron, la protegería en aquella
expedición de la que nunca nadie había regresado.
Tomó aire, después de que el
vozarrón de aquel ser inundara toda aquella sala lúgubre y silenciosa.
̶ Vengo a pediros el dominio de la magia
negra, mi señor…
El Maligno estalló en carcajadas
estridentes como truenos.
̶ ¿Tú? Nadie puede controlar la
magia negra, ¡salvo yo! Todos los humanos que han intentado engañarme para
conseguir tal poder se han consumido con él… ¿Por qué debería dártelo?
Esthera inspiró hondo y sacó pecho,
orgullosa de su identidad.
̶ Todos los humanos se consumían
con el uso de la magia negra porque la posesión de tal poder los corrompía y lo
usaban con fines distintos a los prometidos ̶ recitó sus enseñanzas claramente,
tal y como le habían recomendado que hiciera ante tal imperturbable ser oscuro,
pues casi nadie conseguía que le otorgara dicho poder ̶ . Y además, yo no soy
ninguna humana. Soy una bruja. Me llamo Esthera y necesito ese poder.
El ser se enfadó ante su valentía.
̶ ¿Lo necesitas? ¡¿O lo quieres?!
̶ Ambas, si lo deseáis. Se está
librando una guerra en el mundo exterior. El orden ha sido alterado y debo
restaurarlo. Mis hermanas planean impedirlo. Necesito vuestro poder para
contraatacar. Sin él, ellas acabarán conmigo y puede que con vos también…, si
descubren cómo hacerlo.
El ser volvió a reír con más
fuerza. Esthera se cubrió las orejas.
̶ Nadie puede acabar conmigo,
estúpida bruja…
̶ Os aseguro que sí, mi señor. Mis
hermanas fueron corrompidas con magia negra y destruyen todos los obstáculos
que impiden su triunfo sobre todas las personas. Y vos dejaréis de ser un
problema para ellas muy pronto si acaban conmigo. Dejadme vuestro poder, las
derrotaré y os lo devolveré. Nadie osará invadir vuestro territorio de nuevo.
Pero esta guerra tiene que terminar ya.
El ser observó detenidamente a la
mujer. Esthera se mantuvo firme. Ella podía haber contribuido mediante
argumentos a la opción más ventajosa, pero la decisión final dependía
únicamente de aquel ser que ahora se retrepaba en su trono, indeciso e
incómodo.
̶ La magia negra tiene un precio ̶
dijo, finalmente, y Esthera respiró hondo, claramente victoriosa ̶ , un precio
que no puedes eludir o te perseguiré y te mataré.
̶ Lo sé ̶ respondió la mujer,
fingiendo un doloroso pesar, respetando las explicaciones de su maestra ̶ ,
deseas un alma, el alma de alguien a quien ame. Para compensar tu pérdida de
una parte del poder, debo asumir una pérdida.
̶ Así es, ¿y bien? ¿A quién me vas
a entregar?
La mujer tragó saliva. Todo
sobreactuado. Antes de bajar ahí, su madre, mortalmente enferma, había ofrecido
su alma a cambio de que su hija Esthera pudiera ganar esa batalla.
̶ Te entrego a mi madre, mi señor.
La mujer que me trajo al mundo, soberana del castillo negro y madre de las
hijas nacidas de la luna eterna. Es un buen precio.
El ser sonrió, pero no era una
sonrisa de satisfacción, sino de diversión.
̶ Yo no quiero a tu madre, bruja.
Quiero a tu hijo. El alma de quien más amas. Tu hijo o nada.
Esthera dio un respingo, claramente
incómoda. Eso había salido de sus planes. ¿Su hijo? ¿El pequeño e indefenso niño
que la esperaba en el castillo envuelto en mantas?
̶ No voy a darte a mi hijo. Te voy
a dar a mi madre.
El Maligno siguió sonriendo. Todo
aquel juego le divertía. Porque para él, ver sufrir a quien le imploraba ayuda,
suponía una grata diversión.
̶ No amas a tu madre. Y mi lacayo
lo sabe ̶ de detrás de su trono salió una bestia escuálida y negra que se movía
dando tumbos. Esthera la había visto alguna vez, era la Muerte. Tragó saliva al
pensar en la simple posibilidad de que ese monstruo pusiera una zarpa encima de
su bebé ̶ . Vamos, Esthera. No ganarás esta guerra si no pones de tu parte.
La bruja pensó en la posibilidad de
perder la batalla. El sol no saldría ya más veces, pues la oscuridad reinaría.
El orden ya no existiría, el caos reinaría. Su hijito… Su hijo no sería feliz.
<<Volveré a por ti, hijo
mío>>, pensó la bruja firmemente, <<lo juro, mi guerra no terminará
hasta que te tenga de nuevo en mis brazos>>.
̶ ¿Y bien? ̶ repitió el Maligno.
̶ ¡Está bien! Llévate a mi hijo.
Llévate todo lo que me queda…
Esthera apretó los dientes. Las
lágrimas, aunque intentaba retenerlas, florecían de sus ojos y se deslizaban
por sus mejillas. El ser se mostró satisfecho, porque señaló un punto concreto
a su bestia, y ésta, olfateando su camino, empezó a correr y desapareció de
aquel lugar.
̶ Concedido. Tu hijo me va a hacer
muy feliz, Esthera. Hasta pronto…
Y desapareció también. Una ráfaga
de viento se levantó convirtiendo su alrededor en una nube de cenizas. Esthera
se protegió con el preciado velo. Todo terminó y ella apareció de nuevo en el
castillo. Su estancia, fría y solitaria ahora que no oía los llantos de su hijito…
De pronto, una energía recorrió
todo su ser, ofreciéndole calor y protección. Todos sus recuerdos
desaparecieron. La imagen de su hijito se evaporó, todos sus logros y
enseñanzas. Ahora la imagen de sus hermanas reinaba en su mente. Sentía una rabia
potente y cruel contra ellas, pero más hacia todo lo que querían provocar.
Se levantó y se preparó. Estaba a
punto de empezar una guerra.
Y, sin embargo, una voz lejana
susurró en un rincón de su mente:
<<Volveré a por ti, hijo mío.
Mi guerra no terminará hasta que te tenga de nuevo en mis brazos>>.
FIN
NOTA: éste es un relato basado en la sinopsis del libro "Las brujas", de José Luis López Bravo, un autor tan admirable como amable. Podéis buscar su libro aquí.
La vida te da momentos excelentes y leer un texto basado en mi libro Las brujas lo hace uno de los mejores. Gracias Clara, es totalmente una historia nueva y muy buena. De igual manera deseo que la felicidad llegué a tu vida y se quede contigo
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Luís. Me hace muy feliz leer tu comentario :)
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