viernes, 11 de octubre de 2019

RELATO: Ellos


Un ángel 👼obligado a ver cómo su sueño se derrumba, obligado a revivirlo una y otra vez😭, obligado a sentir rencor🙅 para siempre sin poder hacer nada para solucionarlo🙇.


Yo fui uno de ellos.
Sí, uno de los ángeles. Todavía cuando voy de visita al museo de Historia de Madrid me detengo ante aquella escultura del ángel que hay en la entrada. No me hace falta ni consultarlo para saber que todavía me guardan rencor. Gabriel... ¿Por qué?
Me acuerdo de aquellos tiempos. Aquella era remota en la que revoloteaba por el cielo con unas inmaculadas y blancas alas emplumadas, y a veces bajaba a la tierra para admirar el crecimiento de campos de flores y bosques centenarios... ¿Qué ha sido de aquello?
Ahora no soy más que un estúpido humano, obligado a pasar una vida cortísima y a morir como todos los demás. Pero eso no es mi castigo. El verdadero castigo es tener en la mente unos claros recuerdos de lo que pasó, y los remoridimientos me carcomen cuando eso ocurre. He intentado suicidarme. Terminar con todo esto de una vez.
Es imposible.
Estoy obligado a pasar parcialmente por esta vida hasta el momento de mi muerte.
Tan sólo fue un error. Un insignificante error por el que me hicieron pagar duramente. Me acuerdo perfectamente de aquel día. El día en que la puerta del infierno se abrió y los demonios adoptaron forma humana, mezclándose entre ellos para corromper sus ingénuos corazones. Yo bajé a tierra firme con unos compañeros para analizar la gravedad del problema. Y varios de ellos acabaron con mis compatriotas. No me mataron a mí porque sabían quién era: un humano en transición. En aquella época, tras hacer una buena obra, o sacrificio propio, los humanos eran invitados a subir al cielo y formar parte de él. Y eso tenía sus desventajas: seguían siendo humanos ingénuos, capaces de ser corrompidos por una mente más astuta.
Y eso me pasó a mí.
Me rodearon como gigantes y exigieron la llave de la puerta del infierno, o de lo contrario finalizarían mi amada transformación. Caí en la trampa. Aquel día y los treinta siguientes sólo hubo una terrible carnicería angélica y demoníaca en el cielo de la que los humanos no sabían nada.
Todavía me veo agachado en el suelo, mirando aquella esvelta y brillante figura que descendió del cielo, batiendo sus alas blancas como los de una hermosa ave. Gabriel...
Me atravesó con su espada, acabando con mi transición, obligándome a nacer de nuevo en una época diferente, manteniendo todos mis recuerdos y vivencias anteriores.
Desde entonces los demonios y ángeles han tomado forma humana, mezclándose entre ellos y evitando así nuevos problemas. Pero los ángeles de verdad siguen allí, en el cielo, observándome y recriminándome lo que hice, riéndose de lo que soy; un asqueroso y estúpido humano.
Pero fui uno de ellos.
Sí, uno de los ángeles.
Y me alegro de que lo sepan.

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